Estoy de servicios mínimos. Todo en la sede judicial es silencio. Y luego dicen que el seguimiento de la huelga es del 58%.... En fin...
A lo lejos, se escucha el repitequeo de las teclas de algún ordenador que demuestra que no todos, afortunadamente los menos, están de huelga. Y el tiempo pasa lentamente. Es una buena ocasión para reflexionar, entre otras cosas, sobre algunos artículos de prensa que pude leer el fin de semana. La ignorancia es muy atrevida y algunos lo demuestran en los papeles. Los procuradores se acercan a la oficina y preguntan, algunos con ansiedad apenas disimulada, cómo van las cosas. Los más miran el montón de papel acumulado durante la primera semana de huelga y dejan escapar un "dios mío, como ésto siga así". Es reconfortante observar cómo escuchan atentamente las explicaciones sobre el origen del conflicto. Muchos se sorprenden al conocer las diferencias retributivas y la gran mayoría manifiestan su adhesión a la huelga. Entre las llamadas recibidas de compañeros consultando cuestiones relacionadas a estos infumables servicios mínimos la mañana va pasando lentamente. Fuera el viento bate con fuerza las ventanas y la lluvia golpea fuertemente el cristal. Me acuerdo de vosotros e imagino el frío que estareis pasando. Os imagino cantando "La fuente de...Vicente" a las puertas del Palacio de Peña Herbosa y, también, aprovechando algún momento entre pitidos para entrar en un bar para tomar una cálida taza de café. El día pasa, a las doce mi pensamiento se queda con la última víctima de ETA y sé que después de la protesta hay un espacio para la solidaridad y la denuncia. Poco a poco los compañeros vuelven al trabajo. Las agujas del reloj apuntan a las dos de la tarde y comienzo a escuchar las anécdotas de la jornada. Mañana toca ir a Torrelavega para que nuestra voz se escuche también en el Besaya. Nos vemos en el tren. Un saludo.
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